Una
madre joven se quejaba de que su hijo de dos años padecía de inapetencia crónica,
estaba siempre cansado y desanimado, costaba mucho sacarlo de casa para dar
paseos y tenía, muchas ojeras. Esto cambió de la noche a la mañana cuando, según
mi consejo lo metió en un baño de cuerpo de Serpol, preparado con 50 g. de
hierba. (Se deja el Serpol toda la noche a remojo en agua fría; el baño dura
veinte minutos y no debe cubrir el corazón; el mismo baño se puede utilizar dos
veces más, volviéndolo a mezclar con las hierbas). Aparte de los baños, el niño
tomaba cada día una taza de infusión de Ortiga a sorbos espaciados. La madre me
contó llena de alegría, que su hijo había cambiado completamente. El apetito
iba aumentando y le gustaba mucho estar fuera e ir de paseo. Dijo que era
divertido ver como el niño recordaba a su madre que no olvidara la tisana de Ortiga
y solía decir »sólo un trago«.
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